El Servicio de Inmigración y Aduanas obligó a Jeanette Vizguerra a Santuario, pero sigue luchando.
El título de una de las 100 personas más influyentes de Revista Time es muy prestigioso. El título se asocia a menudo con celebridades glamorosas, científicos de renombre mundial o empresarios acaudalados. Como de costumbre, Jeanette Vizguerra desafía los estereotipos. El miembro del Time 100 Club 2017 vive actualmente en el sótano de la Primera Iglesia Unitaria de Denver. Ella tomó refugió allí después de que su estancia de deportación terminó el 15 de marzo de 2019. A pesar de tener que trasladar su vida a la iglesia, Vizguerra sigue luchando por los derechos de todos.
“Yo soy una persona que me molestan las injusticias,” dijo Vizguerra. “Y con esta administración, en mi caso particular, por ser tan vocal, por ser activista, a nivel local y nacional, la administración Trump ha tratado de bloquear mi proceso legal, violando mi primera enmienda.” Vizguerra, que ha vivido en los Estados Unidos durante más de dos décadas, fue uno de los primeros inmigrantes indocumentados en tomar refugio bajo de la administración de Trump. Las nuevas políticas de inmigración del presidente han sembrado el miedo a través de la comunidad indocumentada, pero Vizguerra se niega a dar marcha atrás en sus propuestas para la reforma migratoria. Afirmó, “Solo hay que continuar.”
Bajo una administración que ha tratado de silenciar a los inmigrantes, la comunidad indocumentada finalmente tiene un líder. Vizguerra no es ajena a los movimientos principales. Ha trabajado con el Metro Denver Sanctuary Coalition y Abolish ICE Denver, todo mientras permanece dentro de la iglesia. Su cuarto se convirtió en su oficina, y llenó su orden del día con reuniones y talleres. “Yo amo este país al igual que amo mi país,” Vizguerra sostiene. “Solo que nos toca luchar en contra de un gobierno opresivo y en contra de leyes injustas que cree el mismo gobierno para generar ingresos en corporaciones.” La madre de cuatro hijos no tiene miedo de decir lo que piensa. “[La actual política de inmigraciones] es una basura,” ella opinó. “Es la realidad. No me gusta maquillar las cosas; no me gusta tapar la realidad de lo que está pasando porque yo misma lo he vivido.”
Detrás de la feroz activista, hay una madre amorosa. Dejando sus raíces en México para venir a América fue una de las cosas más difíciles que ha hecho. Tuvo que adaptarse al sistema estadounidense y aprender el idioma. Varios años después, tuvo que regresar a México por la muerte de su madre. Para regresar a los Estados Unidos, necesitaba emprender un arduo viaje. “Tuve que regresar caminando siete días con siete noches por montañas, por desiertos, con mis piezas desechos sangrando, pero con la esperanza de que yo iba llegar a estar otra vez con mis hijos,” ella dice. “Cualquier padre o cualquier madre que realmente quiere a sus hijos, no le va a importar cualquier sacrificio.” Entre el caos de organizar un movimiento nacional, todavía hace tiempo para sus hijos. Los fines de semana son dedicados a sus hijos.
“Tienen la idea de que por ser inmigrantes somos ignorantes; que no tenemos estudio o que no tenemos la capacidad de dirigir movimientos,” ella afirmó. “Pero la realidad es de que somos gente que estamos acostumbradas a luchar, y a pelear, y a sobrevivir.” Vizguerra sabe que América está compuesta de inmigrantes, y por eso no tiene miedo de decir que ella pertenece aquí. Ella no será intimidada o silenciada. “Yo lucho porque podemos cambiar leyes, podemos crear legislación justa, podemos hacer que se cierren estos centros de detención que no sigan lucrando con las familias, que más familias están educadas de cómo pelear sus casos, pero también cómo pelear en la vida en contra de estas leyes.” Ella no se rendirá. “Sé que en algún momento si realmente las leyes de este país son justas, van a darme la razón, porque yo debo de quedarme aquí, porque tengo muchas cosas para quedarme.”